De las múltiples plantas de México que benefician al ser humano, el maguey ha sido una de las más aprovechadas, desde los antiguos mesoamericanos.
Pocos son los vegetales que proporcionan al hombre casa, vestido, sustento y salud, además de ser un medio de conocimientos (papel). Por estas razones, el maguey ha sido calificado como excepcional.
Diversos estudiosos coinciden en afirmar que México es el centro y origen de dispersión del maguey, ya que en este inmenso territorio (se localiza desde los 6 hasta los 40 grado s de latitud norte) existen en estado silvestre agaves de formas menos evolucionadas, así como el mayor número de variedades. Su presencia en países asiáticos y del Mediterráneo se debe a que el hombre lo llevó a esos lugares para su explotación.
El agave vive en un medio semidesértico, con escasas lluvias. Llega a su madurez entre los ocho y los doce años y florece sólo una vez, muriendo al poco tiempo. En sus anchas, espinosas y protegidas hojas, llamadas pencas, se almacenan las sustancias nutritivas que le permiten sobrevivir en un medio hostil, así como a una serie de insectos, entre los que se encuentran el gusano “magueyero" y la hormiga aguamielera, ambos alimentos del hombre.
El género agave comprende dos subgéneros: el Littaea y el Agave. El primero de forma espigada, con alto contenido de saponina, se destina a ornato y contiene esmílagenína, materia prima indispensable para elaborar esteroides. Las especies que componen el subgénero Agave se explotan para producir bebidas fermentadas -el pulque- y destiladas -el tequila o los mezcales-, o bien para extraer fibras, forrajes y alimentos. Es el caso del Agave fourcroydes o henequén y el Agave sisal, cultivados en la zona costera del golfo de México y la península de Yucatán. Otros productores de fibras son el Agave lechuguilla, aprovechado en el Valle del Mezquital, y el Agave peacockii, cuyo hábitat es el Valle de Tehuacán.
Entre los agaves que producen bebidas alcohólicas, además del A. tequílana y el A. angustífolía, tenemos el A. atrovírens Kawr, A. lehmannii, A. cochlearís y A. lattísíma Jacobí, de donde se saca el aguamiel, ingrediente fundamental en la elaboración del pulque.
Las evidencias arqueológicas indican que hace más de 10,000 años los grupos nómadas y seminómadas utilizaban distintos tipos de agaves para la extracción de fibras y como alimento.
Hacia el año 200 a.C. el maguey se cultivaba en Tula, Tulancingo y Teotihuacan, donde se han encontrado raspadores de obsidiana.
Según la mitología mesoamericana, el descubrimiento del A. atrovírens Kawr o maguey pulquero fue un hecho importante, y así lo atestiguan varios códices en donde se menciona su empleo. Los Anales de Cuauhtitlán refieren que en un lugar llamado Texcalapan, una mujer otomí lavó por primera vez las fibras del agave. Hacia el año 804 d.C., cuenta la historia oral, cuando empezó el reinado de los chichimecas avecindados en Cuauhtitlán, la diosa Itzpapálotl los llamó y les dijo: “Vos debéis de construir como vuestro señor a él, ¡Uactli! ¡Id para allá hacia Neguameyocan!, fundad la casa de tzíhuac y la casa del agave silvestre [...] y allá debéis de extender la estera de tzíhuac y la estera de nequámetl".